Padre Pío veía el Adviento como un tiempo de gracia para transformar nuestras almas en un pesebre espiritual, siguiendo el ejemplo de humildad y confianza de la Virgen María, en espera de la llegada del Salvador.
Padre Pío y el Adviento: Preparar el Corazón para la Venida de Cristo
El Adviento era para Padre Pío un periodo de profunda reflexión espiritual y preparación interior para acoger la venida de Cristo. En sus cartas, instaba a los fieles a vivir este tiempo litúrgico con devoción, dedicándose a la oración y al renovación del corazón. “El Adviento es una invitación a preparar nuestro espíritu para acoger al Salvador con la pureza y humildad que Él merece” (Epistolario, vol. II). No solo un camino de conversión, sino también un periodo de gracia, el Adviento nos invitaba a dejarnos transformar por el amor de Dios.
Escribía: “Durante este santo periodo, nuestra alma debe ser como un pesebre en el que Jesús desea nacer. Purifiquémosla con el arrepentimiento y adornémosla con las virtudes” (Epistolario, vol. III). En estas palabras se reflejaba su visión de la Navidad no como una simple conmemoración, sino como un evento que se renueva en el corazón de cada creyente. Además, el Adviento para Padre Pío era una oportunidad para redescubrir la confianza en la Providencia divina. “No temas el mañana, sino vive este tiempo con fe y esperanza, confiando en que el Señor llenará todo vacío en tu alma” (Epistolario, vol. IV). La preparación no solo implicaba la dimensión individual, sino también el compromiso de guiar a otros a participar en este misterio de salvación, a través del ejemplo y la oración.
Padre Pío invitaba a sus hijos espirituales a vivir el Adviento con el mismo espíritu de espera que caracterizó a la Virgen María. “María nos enseña cómo esperar con humildad y confianza la venida del Hijo de Dios. Siguiendo su ejemplo, acojamos la Navidad con el corazón abierto y listo para recibir las gracias del Señor” (Epistolario, vol. I). Para Padre Pío, María era el modelo perfecto de preparación: ella que nos enseña a guardar y meditar en el corazón los dones de Dios. En definitiva, el Adviento, para Padre Pío, era un tiempo privilegiado para renovar el vínculo con Cristo y con los demás, preparando con amor y dedicación el corazón para recibir el don de la Natividad. Sus palabras y su ejemplo siguen siendo un llamado universal a vivir este periodo con profundidad y fe.