La Capilla de San Francisco en Pietrelcina conserva el tronco del árbol bajo el cual el Padre Pío recibió las primeras estigmas. Durante un momento de oración, se manifestaron los primeros signos de la Pasión de Cristo, que, desde ese instante, marcaron profundamente la vida del Padre Pío. La capilla es un lugar de devoción que invita a reflexionar sobre el sufrimiento redentor.
El sitio de las primeras Estigmas de Padre Pío
La Capilla de San Francisco (Cappella di San Francesco), un lugar de intensa espiritualidad y memoria, se encuentra en el pintoresco pueblo de Pietrelcina, al sur de Italia. En su interior, guarda un valioso fragmento de la historia sagrada: los restos del tronco del árbol de Olmo bajo el cual Padre Pío recibió las primeras Estigmas. Este majestuoso árbol de Olmo, con su frondosa copa, ofrecía un refugio natural donde Padre Pío solía sentarse para sumergirse en el estudio y en la oración durante los años que pasó en su pueblo natal. Guarda en su interior un valioso fragmento de la historia sagrada: los restos del tronco del árbol de Olmo bajo el cual Padre Pío recibió las primeras Estigmas. Este majestuoso árbol de Olmo, con su copa frondosa, ofrecía un refugio natural donde Padre Pío solía sentarse para sumergirse en el estudio y en la oración durante los años que pasó en su pueblo natal.
Fue al pie de ese olmo, el 7 de septiembre de 1910, cuando ocurrió un evento extraordinario. A poco más de un mes de su ordenación sacerdotal, mientras rezaba, Padre Pío recibió los primeros signos de la Pasión de Cristo: los Estigmas. Él mismo describió esta experiencia única y conmovedora en una carta dirigida a su director espiritual, relatando con humildad y asombro lo que había sucedido: “…Ayer por la noche me ocurrió algo que no sé ni explicar ni comprender. En el centro de la palma de las manos apareció un poco de rojo, casi con la forma de una moneda, acompañado también de un dolor fuerte y agudo en ese poco de rojo. Este dolor era más intenso en el centro de la mano izquierda, tanto que aún persiste. También bajo los pies siento algo de dolor. Este fenómeno lleva repitiéndose casi un año…“.
La Capilla de San Francisco guarda el tronco del árbol bajo el cual Padre Pío experimentó las primeras estigmas. Fue durante una intensa oración que aparecieron los primeros signos de la Pasión de Cristo, dejando una huella imborrable en su vida. La iniciativa para la construcción de esta capilla dedicada a San Francisco de Asís surgió en 1958, gracias a Mercurio Scocca, amigo de la infancia de Padre Pío, quien deseaba honrar la figura del Santo con un lugar sagrado de recogimiento. Hoy, un sendero flanqueado por grandes pinos lleva a los visitantes hacia este lugar cargado de espiritualidad. Caminar por este camino es recorrer una ruta de meditación y recuerdo, que conduce hasta la capilla, como un punto de encuentro entre el cielo y la tierra. Es un testigo silencioso de un momento de gracia que marcó profundamente la vida de Padre Pío y la historia de la fe cristiana.