La Iglesia de Santa María de las Gracias (Chiesa di Santa Maria delle Grazie) es el lugar donde Padre Pío recibió los estigmas y celebraba la Misa, acogiendo a los penitentes. En el convento anexo, su celda representaba un refugio de humildad, oración y dedicación espiritual.
La Iglesia donde Padre Pio recibió los Estigmas
Los trabajos de construcción de la antigua iglesia y del convento de San Giovanni Rotondo comenzaron alrededor de 1540, gracias a la iniciativa y el esfuerzo de la población local, tras recibir la aprobación del obispo de Siponto, el cardenal Giovanni Maria di Monte San Savino (futuro Papa Julio III). El 1 de febrero de 1557, la iglesia recibió la visita de san Camilo de Lellis. Los trabajos terminaron el 5 de julio de 1676, y con gran solemnidad, la iglesia fue consagrada y dedicada a Santa María de las Gracias. La fachada es sobria, reflejando la esencia de la fe, con un pequeño rosetón y un campanario central. La entrada principal de la iglesia está coronada por una hermosa luneta, en la que se representan la Virgen con el Niño, san Francisco y san Miguel Arcángel, un símbolo de protección divina.
El interior de la iglesia: el altar y la devoción de Padre Pío
Dentro de la iglesia, uno de los lugares más significativos es el altar dedicado a San Francisco, donde Padre Pío celebraba la misa diariamente. Aquí, la atmósfera está impregnada con la memoria de sus intensas oraciones y sus encuentros con Dios. Cerca del altar se encuentra el confesionario que Padre Pío utilizaba para el ministerio de la reconciliación, recibiendo a los penitentes con amor y humildad. En el fondo del altar, la imagen de la Virgen de las Gracias, a la que Padre Pío era profundamente devoto, domina la escena. Su veneración por la Virgen se reflejaba en cada detalle de su vida y en la confianza inquebrantable que tenía en ella. “La Madonna delle Grazie es mi guía y mi consuelo,” solía decir, expresando un vínculo que iba más allá de la simple devoción.
El Crucifijo de los Estigmas
En el piso superior de la iglesia se encuentra uno de los lugares más importantes en la vida de Padre Pío: el crucifijo. En particular, en 1918, frente a este crucifijo, Padre Pío recibió los estigmas, signo visible de su participación en la Pasión de Cristo. Este extraordinario evento, que marcó profundamente su existencia, sigue atrayendo a fieles y peregrinos que visitan el lugar para orar y reflexionar.
El Convento y la celda de Padre Pío
El convento anexo a la antigua iglesia de San Giovanni Rotondo es un lugar lleno de espiritualidad y recogimiento. Aquí, desde el 28 de julio de 1916 hasta su muerte en 1968, Padre Pío pasó su vida, inmerso en la oración, al servicio de los demás y en total dedicación a Dios. En el corazón del convento se encuentra la celda de Padre Pío, una pequeña habitación que refleja la simplicidad de su existencia. Amueblada con pocos y sencillos objetos — una cama de hierro, un modesto escritorio y algunos efectos personales — la celda cuenta la elección de una vida basada en la humildad y el sacrificio. La celda del convento era su refugio, el lugar donde renovaba su espíritu para afrontar su misión pastoral, que consistía en interminables confesiones y celebraciones eucarísticas vividas con intensa participación.