La Iglesia de Santa Ana (Chiesa di Sant’Anna) en Pietrelcina fue un lugar esencial en el proceso formativo espiritual de Padre Pio. En este espacio sagrado, recibió los sacramentos fundamentales de su fe y vivió experiencias místicas extraordinarias, como visiones de la Virgen María y del Sagrado Corazón de Jesús. La conexión profunda con este lugar se fortaleció aún más por la presencia de las reliquias de San Pío mártir, las cuales influenciaron su decisión de elegir este nombre religioso.
La Iglesia de Santa Ana en Pietrelcina
En el corazón del barrio de Rione Castello en Pietrelcina, se encuentra la Iglesia de Santa Ana (Chiesa di Sant’Anna). Este lugar de recogimiento y espiritualidad marcó profundamente la vida de Padre Pío. Este edificio sagrado, pequeño pero lleno de historia y significado, fue el centro de las primeras experiencias religiosas del joven Francesco Forgione. Allí recibió los sacramentos que delinearon su camino de fe: el bautismo, la confirmación y la primera comunión. Además, en esta iglesia vivió momentos de profunda intimidad con lo divino, entre visiones místicas y éxtasis espirituales.
Orígenes históricos y estructura artística
Construida en el siglo XIII, la Iglesia de Santa Ana domina el punto más alto del barrio de Rione Castello. Sus dos naves, que atesoran siglos de devoción, albergan un altar mayor decorado con una espléndida pintura del siglo XVII que representa a la Virgen de Loreto. En la nave menor, se encuentran pequeñas hornacinas que guardan estatuas del siglo XVIII. Estas incluyen figuras de la Asunción, la Coronada y Santa Rosa, testigos de una fe popular profundamente arraigada. Un lugar destacado es el altar dedicado a Santa Ana. Este conserva las reliquias de San Pío mártir, donadas en 1801 a la comunidad de Pietrelcina por el señor feudal Carafa. Estas reliquias, provenientes de las catacumbas de Priscila, adquirieron un significado simbólico extraordinario para Padre Pío. Inspiraron la elección de su nombre religioso y resaltaron un vínculo espiritual profundo.
El bautismo y los otros sacramentos
Al ingresar a la iglesia, a la izquierda, se puede admirar un fresco que representa el bautismo de Jesús. Este lleva al pila bautismal de piedra, coronada por un ciborio de madera. Allí, el 26 de mayo de 1887, Francesco Forgione fue bautizado por don Nicolantonio Orlando. Este evento marcó el inicio de su extraordinario camino espiritual. En la misma iglesia, Francesco recibió los sacramentos de la primera comunión y la confirmación. Este último sacramento le fue administrado, a los doce años, por el Arzobispo de Benevento, Mons. Donato Maria Dell’Olio.
Un lugar de misticismo y oración
Además de las experiencias sacramentales, la Iglesia de Santa Ana fue escenario de intensos momentos de oración y celebración para Padre Pío. En este espacio, celebró numerosas misas y escuchó las confesiones de los fieles de Pietrelcina. También vivió experiencias místicas extraordinarias, como visiones de la Virgen María, el Ángel de la Guarda y el Sagrado Corazón de Jesús. En sus cartas describió con emoción estas experiencias de unión con lo divino: “Los latidos de mi corazón, cuando estoy con Jesús Sacramentado, son muy fuertes. A veces me parece que quieren salir del pecho. En el altar, a veces siento una especie de fuego en todo mi ser que no puedo describirle. Especialmente mi rostro parece querer arder completamente en llamas.”