En la noche santa de la Navidad, una oración a Padre Pío nos guía a vivir este misterio con fe y devoción. Reconocer la llegada de Jesús, quien deja su trono celestial para habitar entre nosotros, nos invita a abrir el corazón, practicar la caridad y vivir la esperanza de su amor transformador.
Una hermosa Oración de Navidad a Padre Pío
Oh querido Padre Pío, en esta noche de luz, guíanos hacia el misterio de la Navidad, donde el Salvador, la Palabra de Dios hecha carne, vino a iluminar la oscuridad de nuestros corazones. Tú, que viviste inmerso en su gracia, enséñanos a reconocerlo, adorarlo y alabarlo como Rey de gloria y Maestro de amor. Padre Pío, siervo fiel del Señor, ayúdanos a comprender la profundidad del don divino: el Rey de los cielos deja su trono para habitar entre nosotros, revelándonos un amor que no conoce límites y una ternura capaz de transformar nuestras vidas. Oh Jesús, Rey de la historia y de la gloria, nacido del purísimo seno de María, has puesto tu morada entre nuestras fragilidades.
Enséñanos, amado Padre Pío, a recibir a este Niño en nuestros corazones, a dejar de lado las distracciones, a superar la indiferencia y a vivir con fe el maravilloso anuncio de su venida. Haz que aprendamos a seguirlo como luz que nunca se apaga, como esperanza que jamás defrauda, como Salvador que nos regala vida y paz. Tú, Jesús, Palabra del Padre, viniste a disipar nuestras tinieblas y a revelarnos la infinita ternura de Dios. Padre Pío, que amaste a Jesús con total entrega, ayúdanos a proclamar con sinceridad: “Estamos aquí para alabarte, aquí para adorarte, aquí para decirte que Tú eres nuestro Dios”. Danos la capacidad de abrir nuestros corazones como un refugio acogedor, donde el Señor encuentre gloria y alabanza, y donde su amor pueda florecer y crecer.
En el profundo silencio de esta noche santa, mientras la espera se convierte en oración, intercede por nosotros: concédenos la gracia de acoger al Hijo del Padre, quien trae a nuestros corazones la luz, la vida y el amor de Dios. Haz que aprendamos a dejar de lado el egoísmo y a vivir según lo que el Niño nos enseña: siendo sencillos, generosos y dispuestos a realizar obras de caridad sin buscar recompensas terrenales, deseando solo la alegría de amar. ¡A Jesús, nuestro Salvador, sea toda alabanza y gloria! Padre Pío, guía nuestras oraciones y nuestros corazones hacia Él. Amén.