Un acto de confianza y gratitud hacia la Virgen de Fátima, madre de Misericordia. Que esta oración nos inspire a unirnos en fe y amor, confiando en la maternal protección de Nuestra Señora de Fátima, mientras nos esforzamos por vivir con compasión y misericordia hacia todos los que nos rodean. Nuestra Señora siempre ocupó un lugar especial en el corazón del Padre Pío y era su mayor devoción. El amor que él sentía por la Virgen María era similar al de un hijo por su madre, ya que no podía imaginar su vida sin ella. En agosto de 1959, la estatua peregrina de Nuestra Señora de Fáma llegó a San Giovanni Rotondo, justo en los días en que el Padre Pío se encontraba en grave estado de salud. Después de haber rezado frente a la Madonna, su salud comenzó a mejorar. El Padre Pío reconoció su sanación como un regalo de la Virgen de Fátima.
Oración a la Virgen de Fátima
Bendita Nuestra Señora de Fátima, con un renovado sentimiento de gratitud por tu presencia maternal, unimos nuestras voces a las de aquellos que te llaman bendita. Además, celebramos en ti las grandiosas obras de Dios, quien nunca se cansa de acercarse al ser humano con misericordia para sanarlo y salvarlo. Por otro lado, oh María, Virgen Inmaculada, a ti encomendamos nuestros corazones, nuestras familias y a nuestro pueblo que peregrina en la fe. Así, te consagramos nuestras vidas, Madre de la Misericordia Divina, y te pedimos tu ayuda materna para alcanzar la transformación en Cristo. Santísima Virgen de Fátima, recibe con tu amor de madre este acto de confianza que te ofrecemos.
En consecuencia, estamos convencidos de que cada uno de nosotros es precioso ante tus ojos y que nada de lo que llevamos en nuestros corazones es insignificante para ti. Por ello, que tu mirada más dulce nos proteja, y que podamos sentir el consuelo de tu sonrisa. Madre de la Iglesia, ilumina al Pueblo de Dios en los senderos de la fe, la esperanza y la caridad. Asimismo, ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en el corazón del hombre. Oh Santa Madre llena de gracia, enséñanos a amar al pobre, a quienes sufren, a los pecadores y a todos aquellos cuyos corazones se desvían del buen camino. Por favor, reúne a todos bajo tu protección y encomiéndalos a tu amado Hijo, nuestro Señor Jesús.
Finalmente, recibe, oh Madre de Cristo, este clamor que lleva consigo el sufrimiento de toda la humanidad. Que el infinito poder del amor misericordioso de Dios se revele una vez más en la historia de la humanidad. Así, que en tu Corazón Inmaculado la luz de la esperanza se nos sea revelada a todos. Amén.