Consejos espiritual del beato Carlo Acutis – El Padre Pío y el Beato Carlo Acutis, ambos eran muy devotos de los ángeles y de su príncipe, San Miguel Arcángel.
El Padre Pío y el Beato Carlo Acutis eran devotos de los Ángeles
La presencia de un Ángel de la Guarda en la vida del Padre Pío fue notada desde que era un joven sacerdote recuperándose de una enfermedad en Pietrelcina. A menudo decía: “Que el ángel de Dios esté con usted, sea una luz para usted, lo ayude y lo consuele”. Estudiando las cartas del Padre Pío a sus líderes espirituales podemos ver claramente la batalla que tuvo con el adversario, así como el consuelo y la protección que le ofreció su ángel de la guarda.
La profunda devoción que el Beato Carlo Acutis tenía por los ángeles empezó cuando era joven. Fue en peregrinación al Padre Pío a quien veneraba mucho. También visitó la gruta donde se había aparecido San Miguel Arcángel, a tan solo unos pocos kilómetros del Santuario del Padre Pío en San Giovanni Rotondo. Lo hizo porque de acuerdo al Padre Pío, solamente en ese lugar “es posible ser curado en cuerpo y espíritu”. El Beato Carlo Acutis se sintió profundamente conmovido por ese lugar sagrado y desde ese momento comenzó a recitar la “Corona Angélica”, también conocida como el Rosario de San Miguel, dedicado a los nueve coros de los ángeles.
Consejos espiritual del beato Carlo Acutis: Naciste original, no vivas como fotocopia
Convencido de que hay que evitar “vivir como una fotocopia“, y de que hay que vivir tal como se nació, como un “original“, siguiendo la meta que es nuestra Patria, el joven Carlo Acutis comentaba con frecuencia que su programa de vida era “estar siempre unido a Jesús“. Su “secreto” para alcanzar esta empresa y este profundo deseo eran precisamente los Sacramentos y la oración, en particular la Eucaristía, a la que consideraba “mi autopista para el Cielo” . Haciendo de brújula en este camino terreno hacia la santidad, la Palabra de Dios.
Entre otros de sus “secretos especialísimos para alcanzar rápidamente” la meta de la santidad –además de la Santa Misa, el Rosario y la visita diaria al Santísimo Sacramento, como hemos visto–, el joven Carlo sugería a sus amigos la necesidad de desear “con todo el corazón” la santidad, “y si aún no la deseas tienes que pedirlo con insistencia al Señor“; y también aconsejaba leer cada día un pasaje de la Sagrada Escritura, confesarse semanalmente “también por los pecados veniales“, hacer ofrendas y propósitos “al Señor y a la Virgen para ayudar a los demás“, y pedir continuamente ayuda “a tu Ángel de la Guarda, que tiene que convertirse en tu mejor amigo”.