En Piana Romana, Padre Pío recibió los primeros signos de los estigmas y en estas tierras encontró también la inspiración para su vocación, a través del encuentro con el fraile Camillo da Sant’Elia a Pianisi.
La Granja “Masseria” de Piana Romana
Piana Romana es una zona rural y montañosa situada en el territorio de Pietrelcina. Allí se encuentra la granja familiar de los Forgione, Masseria, un edificio de piedra rústica sin revestimiento en las paredes, equipado con un gran hogar y un altillo para el heno. En este entorno tranquilo, el joven Francesco Forgione encontraba el silencio ideal para sumergirse en la oración y la contemplación.
En estas tierras serenas, el encuentro con el fraile Camillo da Sant’Elia a Pianisi encendió en Padre Pío la chispa de la vocación, transformando la calma del campo en un lugar de profunda inspiración divina. Durante su estancia en Piana Romana, Padre Pío comenzó a sentir extraños dolores en las manos y los pies. Informó a su director espiritual, el padre Benedetto, escribiendo: ‘En el centro de la palma de las manos apareció un poco de rojo, casi con la forma de un centavo, acompañado de un dolor fuerte y agudo en ese punto. Este dolor era más intenso en la mano izquierda y persiste hasta hoy. También bajo los pies siento algo de dolor.’ Todo esto ocurrió en septiembre de 1910, mientras estaba sumido en una profunda oración y contemplación a la sombra de un olmo. En Piana Romana , Padre Pío vivió un momento extraordinario: fueron los primeros signos de los estigmas, que marcaron el inicio de un camino espiritual único.
El Pozo de Piana Romana
Cerca de lo que antes fue el viñedo de los Forgione, hoy convertido en un verde pinar, se encuentra el pozo que protagoniza un episodio que la madre de Padre Pio, Peppa Forgione, solía contar. Durante su construcción, Zì Grazio, el padre de Francesco, trabajaba arduamente cavando, pero no lograba encontrar agua. Había alcanzado tres metros de profundidad sin éxito, lo que comenzaba a frustrarlo. Fue entonces cuando el pequeño Francesco, con voz calmada y firme, lo tranquilizó:
“Papá, no te enfades. El agua no saldrá ahí, sino en otro lugar.” El niño señaló un punto preciso, explicando que Jesús mismo se lo había indicado. Zì Grazio, aunque escéptico, respondió con brusquedad: “Está bien, Francesco. Pero si no sale agua donde dices, te lanzo al pozo.” A pesar de sus duras palabras, siguió el consejo de su hijo. Después de cavar dos o tres metros en el lugar señalado, el agua comenzó a brotar abundantemente. Francesco, tranquilo, agregó: “Continúen cavando, porque saldrá aún más.” Así ocurrió. Este episodio, cargado de fe y humildad, sigue vivo en la memoria de quienes visitan Piana Romana. Es un lugar donde la naturaleza y la espiritualidad se entrelazan de manera extraordinaria.