El Camino del Rosario (Via del Rosario) era para Padre Pio un camino espiritual, a lo largo del cual rezaba el rosario y meditaba sobre la grandeza divina. Durante su recorrido, se detenía a reflexionar sobre la naturaleza, la cual consideraba como un signo de la providencia divina. Padre Pío también enfrentó desafíos espirituales, como visiones de figuras demoníacas en el puente que cruza el torrente Quadrielli, pero respondía con oración, encontrando fuerza en el rosario.
El Camino del Rosario (Via del Rosario) de Padre Pío
El Camino del Rosario (Via del Rosario) es un pequeño camino estrecho y sencillo que atraviesa la campiña de Pietrelcina. Era la ruta que Padre Pio recorría cada día. Comienza en el barrio de Rione Castello, cerca del Portal de la Pequeña Virgen (Porta Madonnella), y serpentea entre campos y setos, llevando en pocos minutos a Piana Romana, un lugar tranquilo, cargado de profundos recuerdos.
Un camino de oración y contemplación
En Piana Romana se encuentra la Granja de los Forgione (Masseria dei Forgione). Para Padre Pio, este sendero no era simplemente un paso físico, sino una verdadera vía de recogimiento espiritual. Cuando era joven, estudiante y luego sacerdote, lo recorría con un paso rítmico. Este ritmo estaba marcado por las Ave María, mientras sus dedos deslizaban lentamente las cuentas del rosario. Sus ojos se posaban en la naturaleza que lo rodeaba. En ella encontraba un reflejo de la grandeza divina. Así lo expresó en uno de sus escritos escolares: “Todos los campesinos estaban esparcidos por los campos y también los pastores salían con sus rebaños. Los ruiseñores cantaban devotamente entre los arbustos. Aquí se escuchaba balar a las ovejas, allá se veían brincar los corderitos.”
El Camino del Rosario (Via del Rosario), con sus árboles que ofrecían sombra y sus campos bien cultivados, despertaba en Padre Pío un profundo sentimiento de gratitud hacia el Creador. Cada detalle, desde el sol calentando la tierra hasta los viñedos cuidados, hablaba de la providencia divina. A lo largo del sendero había pozos con agua fresca. Padre Pío solía detenerse allí para beber o para intercambiar palabras con los campesinos. A veces, descansaba bajo la sombra de una higuera, sumido en sus pensamientos o en la simple vida rural.
Episodios entre lo serio y lo curioso
El camino no carecía de momentos memorables que aún viven en los relatos de su vida. En una ocasión, mientras caminaba con su madre, conocida como mamá Peppa, pasaron junto a un campo lleno de nabos. Ella exclamó: “¡Qué ganas tengo de comerlos!”. Francesco, sonriendo, le respondió: “Eso sería un pecado”. Sin embargo, poco después, cerca de una higuera cargada de frutos, no dudó en tomar algunos y comerlos. La madre, sorprendida, le reclamó: “¿Cómo? ¿Comer nabos es pecado, pero higos no?”. No todos los recuerdos relacionados con el Camino del Rosario eran ligeros. En el puente de madera que cruzaba el arroyo Quadrielli (Torrente Quadrielli), Padre Pío vivió momentos de prueba espiritual. Relataba cómo veía “aquellos rostros”, figuras demoníacas que aparecían en el reflejo del agua, intentando asustarlo. Con voces burlonas le decían: “¡Ahí pasa el santo! ¡Ahí pasa el santo!”. Pero él, aferrando el rosario entre sus manos, respondía con la oración y encontraba la fuerza para seguir adelante.